Después de un buen montón de horas de viaje (que se pasan bastante bien porque son por la noche), y de un domingo un tanto atípico, aderezado con una visita a la estación para alquilar los esquíes, y de paso ponernos los dientes largos, e incluso del disfrute de una increíble final del mundial de balonmano, por fin, ¡Esquiamos!
Llegó el día y aunque las previsiones hablaban de sol, nos despertamos con una espectacular nevada incluso sobre Andorra la Vella, que por supuesto no era menos ni de camino a la estación ni en las propias pistas. Afortunadamente las carreteras no dieron problemas y llegamos rápidamente.
Y una vez en la estación, por fin empezó lo bueno. Y empezó con baño de nieve, por arriba y por abajo. Afortunadamente, a media mañana el viento se llevó las nubes y comenzó a lucir el sol. El primer día suele ser el más duro, especialmente para los novatos, pero ya van cogiendo todos el truquillo, ayudados por una excepcional calidad de la nieve, que por supuesto era recién caída.
Mañana, ¡Más!
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